Todo comienza en 1993, un momento riesgoso para animarse a pensar diferente al resto del mercado, pero mi papá estaba un poco loco y después de un viaje a Italia en el que junto con mi mamá descubrieron la producción ecológica, sabían que era el momento de aportar un valor diferente en la producción de alimentos locales .
Fue entonces cuando decidieron apostar por un cambio y se alejaron de Buenos Aires para instalarse en Tandil. Arriesgaron su empresa y las comodidades de la vida en la capital para comprar un campo de 95 hectáreas y comenzar a hacer quesos orgánicos en su propia fábrica.
A mis 6 años veía a mi familia hacer el queso y también los acompañaba a los viajes por las ferias en la provincia de Buenos Aires con el auto cargado de cajas listas para entregar.
Mi papá murió a mis 19 años, mi mamá junto coraje y en un momento difícil tomo la decisión de continuar con el proyecto.
Tanto mis dos hermanas como yo siempre estuvimos a su lado pero sabía que debía capacitarme para en un futuro poder agregar valor a lo que habían creado. Me alejé del campo, estudié la carrera de Marketing y trabajé en una PyME familiar hasta que llegué a un techo: ya no tenía desafíos para superarme ni me interesaba la industria en la que estaba invirtiendo mi tiempo, mi vida.
Decidí tomarme una pausa y me fui a estudiar a Barcelona durante casi un año: volver a despertar mi curiosidad y buscar lo que me apasionara me hizo salir de la incomodidad y del piloto automático.
En mi vuelta a Argentina, mi mamá decidió retirarse y sentí que era el momento de arriesgar y pasar a la acción . Ese mismo año y siguiendo las huellas de mis papás, viajé a Italia junto con mi mujer en búsqueda de inspiración y nuevas ideas: visité el campo Hombre, en la ciudad de Módena, y conocí de cerca el proceso de producción del famoso Parmigiano Reggiano orgánico.
De golpe y de a poco, volví a mis raíces. A ese chico en el campo que se ensuciaba las manos preparando el queso y se pasaba el resto del día entre la cocina y las vacas.
La pasión por la gastronomía y la construcción , sumado a mi amor por los quesos y la visión orgánica, junto a mis dos hermanas deidimos tomar la posta y crear algo nuevo.
Siguiendo el legado y la visión de mi papá, asumí el desafío de apostar por lo orgánico no sólo para dejar una huella diferente, sino para aportar valor al medio ambiente y a las personas que viven en él.
Venticinco años después, la misma locura de mi papá sigue intacta en sus tierras de Tandil, pero con un nuevo equipo humano y una visión de negocio sólida e innovadora .